lunes, 21 de noviembre de 2011

Divertida receta para la educación - El Nuevo Dia - 21/11/11

La banda explica cómo ha alcanzado el éxito entre el difícil público infantil

Víctor Rivera, creador y anfitrión de “Atención, atención”, presentará su próximo espectáculo el 3 y 4 de diciembre. En la foto le acompañan los personajes de Clara, Sr. Sapo, El Lagartijo y El Angelito. (El Nuevo Día / CARLOS GIUSTI)

/ dhernandez1@elnuevodia.com

Por Damaris Hernández Mercado

Muchas personas le temen a los largatijos y a los sapos, miembros vitales de nuestra fauna. Sin embargo, hace más de una década estos dos animales se han convertido en aliados de los padres y maestros, ganándose el cariño de los niños puertorriqueños.

Desde que nacieron los personajes del Sr. Sapo y Johnny, el Lagartijo, los pequeños han quedado fascinados con sus canciones, enseñanzas, bailes y juegos. Y es que ante los pocos conceptos y personajes infantiles existentes en Puerto Rico, la banda “Atención, atención” ha podido ocupar un nicho en la comunidad infantil.

Según reza el nombre de la banda, la atención de los pequeños se gana desde el primer segundo. De eso puede dar fe el líder y creador de la agrupación, Víctor Rivera, quien junto a su madre Yvonne Solanas le dio vida al proyecto infantil que nació en el seno de su hogar. Luego recorrió las aulas escolares y diversos escenarios de la Isla.

Este año, el concepto infantil está nominado en los Premios Emmy, versión Suncoast, en las categorías de “Mejor programa para Niños y Jóvenes”, “Mejor Presentador o Talento de Televisión”, “Mejores Animaciones y Artes Gráficas”, “Mejor Sonido en Vivo o Posproducción” y “Mejores Composiciones y Arreglos”. La premiación será el 3 de diciembre. Ganen o no, la meta de la agrupación es difundir su música fuera del terruño boricua.

Pero, ¿cuál ha sido la fórmula de éxito de la banda? Víctor, conversó con El Nuevo Día sobre cómo se divierte y se educa mediante la música.

¿Cómo nace “Atención, atención”?

En 1999, mi mamá me vio tocando la guitarra a mis sobrinas Sofía, Andrea y Mariana. Esto fue luego de que hice mi práctica en musicoterapia en pediatría en Buenos Aires, mientras estudiaba en la Universidad del Salvador. Allí trabajé con niños de síndrome Down, perlesía cerebral y otras condiciones. En ese momento mi mamá era la directora del Instituto de Prevención y Drogas de la Universidad Interamericana y a ella se le ocurrió hacer una propuesta en conjunto para talleres de prevención dirigidos a preescolar. Comenzamos con los talleres en las escuelas de diferentes regiones educativas. Fue un éxito para los maestros.

¿Porqué los maestros acogieron estos talleres como una herramienta de enseñanza?

En ese tiempo era cuando en Estados Unidos estaban cortando fondos en todas las áreas de artes en las escuelas. Se cortaron clases de pintura y lo último que eliminaron fueron las de música. De hecho, hubo un movimiento de los músicos, denominado “Save the music”. Acá llegó ese influencia y se empezó a cortar las clases. Los maestros tenían que abarcar más temas dentro de una misma materia.

Con los talleres y los primeros discos se les proveía una herramienta para que pudieran desarrollar su materia dentro de un concepto musical.

El impacto a los niños es directo porque el maestro utilizaba esas herramientas como disparador de los temas específicos. Ya sea que para la introducción de un tema o al final de la clase como un premio al cantar la canción del Sapo.

¿Cuál es le método educativo que integras al concepto musical?

Reviso constantemente los currículos de enseñanza de preescolar a primer grado en Puerto Rico, Argentina y España para hacerlo. Pero desde una perspectiva de una película muda, ya que como los nenes chiquitos no leen la idea es un concepto sencillo de izquierda a derecha. Las canciones son el gancho para mantenerlos cautivos, sumado a las repeticiones. La música es la clave y a los niños hay que hablarle de tú a tú, sin diminutivos.

¿Cuándo descubriste que el concepto podía evolucionar más allá de las escuelas?

Trabajaba en el Canal 6 y allí estaba en un equipo que daba talleres de radio comunitario en diferentes comunidades. Encontré que en un barrio de Peñuelas había nenes cantando el Sapo, el Lagartijo y así sucedía en otros barrios. Al dejar el canal estuve desempleado porque no tenía talleres, ni tocaba en ninguna banda.

Buscando qué hacer por un mes fue cuando surgió la oportunidad de que nos dieran la sala pequeña del Centro de Bellas Artes (CBA) y ahí es que mezclamos la música que había hecho antes de guitarra y voz, con los talleres y músicos de bandas para crear las presentaciones.

¿Cuándo nacen los personajes físicamente?

En ese mismo año (2005) viajo a Argentina y una amiga que hacía el vestuario en la Calle Corriente en Buenos Aires confeccionó los trajes de los personajes. Los traje a la Isla y nos presentamos en el CBA. Esa primera vez hicimos 33 shows.

¿De dónde proviene el repertorio de canciones y cómo lo alimentan?

Hay canciones originales, otras de derechos reservados y de amigos cantautores. Muchas me las cantaba mi madre cuando era pequeño, como la del Angelito.

¿Qué criterios deben tener las canciones?

Cada una de las canciones tiene que exponer un valor. Cuando le cantas a los valores es la forma ideal de enseñarles a los niños. Además, deben tener un mensaje y debe ser apoyado por un baile. Todas las canciones tienen un concepto visual. Tú trabajas audiovisual con el niño, no se trata de cámaras, ni pantallas, sino de que me muevo y escuchas. Así cogen el concepto más rápido. Esto funcionan también con los adultos.

¿Qué valores están presentes en las canciones?

La amistad, valentía, lealtad, perseverancia, espiritualidad y confianza, entre otros.

¿Quién escribió la canción del Sapo?

Buscando el origen de este tema encontramos que es de unos Boy Scouts de Perú. La versión hubo que cambiarla porque el sapo de ellos no nadaba en el río, sino que hacía otras cosas. (evacuaba en el río).

¿Qué ha aprendido Víctor de los niños?

Es una enseñanza diaria. Porque vengo de bandas y de otro público y en la medida que crecen los escenarios crecen los egos, pero con la comunidad infantil uno tiene que mantenerse con los pies en la tierra y entender la misión de educar. Los niños son los mejores maestros. Aún no me creo que estemos tan pegados con los nenes.

Ustedes hacen diversas presentaciones, eventos privados, gira por pueblos y conciertos. ¿Cuántos son anualmente?

Alrededor de 100 o más.

¿Qué van hacer en el nuevo espectáculo del 3 y 4 de diciembre en el Coliseo Rubén Rodríguez en Bayamón?

En el show “Atención, Atención y la Máquina de jugar” hay nuevas canciones y bailes. Es una historia genial que va tener un giro inesperado y eso a los nenes les fascinas. Además, llega un nuevo personaje “Cillo”, el duendecillo, que toca las congas y viene del Polo Norte.

¿Cuándo van a exportar el concepto infantil a otros países?

La verdad es que me parece rarísimo que no nos hayamos atrevido a hacerlo, porque la estructura la tenemos. En Estados Unidos ya estamos en varios canales. En internet tenemos nuestro mundo virtual, nos siguen de Colombia, Estados Unidos, Bolivia, Argentina... El 2012 es para eso. Vamos a salir de Puerto Rico.